Así es, me pasó algo que comúnmente me pasa. Salí apurado, puse en marcha el coche y note que no iba con la rapidez usual. Fue ahí cuando empecé a sacar deducciones: ¿sera la caja, el motor o las ruedas? La cosa es que andaba lento. Por más que aceleraba, iba despacio y después de unas cuadras comencé a notar un olor fuerte, un poco de humo de las ruedas. Me di cuenta de que estaba el freno de mano puesto.
Aveces nos pasa lo mismo en esta vida espiritual. Andamos a las apuradas corriendo de un lado a otro sin tomar los recaudos necesarios, descuidando algunas áreas de nuestra vida y al ver que no marchan las cosas con la rapidez que nosotros esperamos empezamos a echar culpas: "es mi líder", "es mi pastor", "es la congregación". Todos, menos yo.
Hablé con un mecánico y me dijo que si seguía andando así, se podía haber prendido fuego. Gracias a Dios el olor y el humo me hicieron dar cuenta antes de la catástrofe.
Una ves leí por ahí: "No confundas Activismo con Intimidad con Dios". Pregunto, ¿no tendrás el freno de mano puesto?
Walter Suarez | Director JEES radio